Mi Historia
Mi nombre es Camilo y esta es la historia de cómo aprendí a transformar las adversidades en oportunidades. No es una historia de carencias, sino de conciencia; no trata de lo que me faltó, sino de lo que descubrí. A lo largo del camino, entre calles de ciudad y teclas de computador, entendí que el poder no está en lo que nos ocurre, sino en cómo elegimos responder a ello.
He sido lustrabotas, vendedor ambulante, asistente administrativo, técnico de soporte y desarrollador front-end. Pero sobre todo, he sido alguien dispuesto a observarse, a evolucionar, y a sanar. Esta es una historia contada no desde el dolor, sino desde la decisión de vivir sin resentimientos y con la voluntad de crecer cada día un poco más.

Mi Infancia
Nací en Choachí, un pequeño pueblo de Cundinamarca, en una familia campesina y humilde. Éramos cinco: mis padres, mi hermana, un medio hermano y yo. La infancia parecía sencilla y cálida, hasta que llegó el día en que mis padres decidieron separarse. Yo tenía 8 años y enfrentaba, además, una condición de salud: epilepsia.

Mi Adolescencia
A los 14 años, luego de varios años sobreviviendo en las calles, algo dentro de mí despertó. Comprendí que no podía seguir definiéndome por lo que me había pasado. Había conocido la tristeza, el hambre y el abandono, pero también había descubierto que incluso en la oscuridad hay destellos de posibilidad. Me hice una promesa silenciosa: si quería un futuro distinto, debía dar un paso diferente.

Camino a lo digital
Años después de esa primera campaña política, una de las personas que conocí en el camino, me ayudo a encontrar mi primer trabajo formal. Ingresé como Auxiliar Administrativo en la empresa RGC Asesores. Aunque tenía experiencia en la calle, enfrentarme por primera vez a un computador me dio miedo. Pero también sentí una chispa. Algo me decía que ese mundo de pantallas y datos podía ser la llave para algo más grande.

Mi salto al código
En marzo de 2021, recibí una llamada de un hombre llamado David Mahecha. Se presentó como reclutador de una empresa de desarrollo de software. Pronto notó que no cumplía con los requisitos para la vacante, como ya me había sucedido antes. Pero esta vez fue diferente: escuchó mi historia. Esa primera llamada se transformó en una segunda, y luego en una oferta de trabajo.

Reconstruyendo mi familia
En 2022, mientras vivía en Medellín, sentí la necesidad de cerrar uno de los ciclos más importantes de mi vida: recuperar la conexión con mi familia. Decidí llamar a mi mamá y le propuse algo sencillo pero profundo: volver a vivir juntos. Aprovechando que mi trabajo era remoto, le di la opción de escoger la ciudad. Ella eligió Villavicencio, donde vivía mi hermana Karol.
